Mi experiencia con la visa Working Holiday en Dublín, Irlanda: parte II
Aún gozaba del subsidio del gobierno de Irlanda para quienes se vieron afectados por las restricciones debido a la pandemia. Beneficio económico poco usual para quienes nomadeamos gracias a las Visas Working Holiday.
Por semanas mi círculo social estuvo muy limitado. ¿Qué podés hacer durante el confinamiento si estás conviviendo con 3 irlandeses? Tomar cerveza! No me gusta la cerveza pero… cómo me voy a negar a probar la famosa Guinness?! Más si podés disfrutar de un día soleado en tu jardín! Así eran mis fines de semana durante el decimocuarto (o vaya a saber cuantos tuvimos!) confinamiento en Irlanda. Con mis housemates disfrutabamos del “calor” del sol, que no suele pasar en Irlanda, y tomábamos Guinness mientras pasamos un buen rato en el jardín de casa.

Pero como dice el dicho: “lo bueno dura poco”… o en mi caso, un poco más de 3 meses!
Elyse, la extensión de mi cuerpo
Francia fue el único país en cual viví gracias a la Visa Working Holiday y no anduve en bici. Pues… te la regalo andar pedaleando por los alpes franceses! Pero volvamos a Irlanda, por eso me estás leyendo. (Pero…si querés leer mi experiencia viviendo en los alpes franceses, podés hacer click acá.)
Recapitulando: ya había conseguido el hogar donde pensaba quedarme un rato largo, ya había cumplido el sueño de ser planera europea (mentira, las cosas se dieron así), mi puesto de trabajo estaba esperándome en cuanto se levantaran las restricciones de la pandemia, la primavera estaba llegando… era el momento de comprarme una bici!
Creí que sería una tarea fácil pero me tomó 2 meses conseguir una bici que cumpliera con todos los (mis) requisitos. Encontrar a Elyse, bautizada así de fábrica, en una página web de segunda mano fue una de las mejores cosas que me pasaron en Irlanda! ¡No es joda! La bici tenía todo lo que quería y necesitaba para trasladarme al infinito y más allá (bueno, lo de infinito está de más, lo sé).
Si bien Dublín tiene muchas bicisendas, la verdad que da un poco de miedo de pedalear por la ciudad. Bueno… hasta que te acostumbras! Con Elyse iba a todos lados. ¡Hasta recorrí con ella parte de Irlanda del Norte! Aunque esa historia la contaré más adelante.
Elysse se iba transformado en una extensión de mi cuerpo. Era capaz de dejar mi celular en casa pero Elyse venía conmigo a donde fuese. Con ella recorrí cada rincón de Dublín, iba en bici a la costa, los parques, las playas, al supermercado aprovechando que podía llevar las compras con el canasto de adelante y el portaequipaje. Elyse fue mi compañera fiel durante casi toda mi estadía en Irlanda.

Pascuas en Dublín
En los días que Elyse llegó a mi vida, Pascuas estaba a la vuelta de la esquina. Para mí, Pascuas es sinónimo de comer huevos chocolate durante todo el día! Pero pasar Pascuas en Irlanda fue una experiencia única!
Inesperadamente, me encontré con varias casas con decoraciones relacionadas con Pascuas. Había desde decoraciones tanto caseras como sofisticadas! La que más me había llamado la atención era un camino para encontrar los huevos de Pascuas. Me encanta que por festividad haya decoraciones por doquier…ya sea Halloween, Navidad, San Patricio o Pascuas!
Estaba disfrutando de mi nueva rutina con mis housemates cuando a los pocos días de Pascuas me dieron la noticia de que dos de ellos se mudaban en una semana! Si bien nos íbamos a seguir viendo, sentí que se terminaba una etapa, una linda etapa.
Estaba viviendo algo que no busqué ni creí encontrar: convivir con irlandeses y darme cuenta que los rumores son ciertos: son un amor! Así que es muy fácil caer en la trampa y encariñarme muy rápido con ellos! Mientras estuve en Irlanda no paraba de decir que me llevaría conmigo algún irlandés. Cuando se lo comenté a mis housemates, una de ellas me dijo: “¡Llevame a mi! ¡Yo también quiero viajar!”
Claddagh, el símbolo del amor en Irlanda
Si bien no me llevé a ningún irlandés conmigo, de alguna manera, parte de Irlanda me acompaña a diario!
Cuando mis housemates dijeron que se mudaban, estaba feliz por ellos pero al mismo tiempo me puse tan triste que casi lloré en ese mismo momento. El cambio se empezó a notar muy rápido, literalmente! Porque a los pocos días de que se fueron, comenzaron las renovaciones en la casa para recibir nuevos inquilinos.
Las renovaciones me contagiaron las ganas de hacer una limpieza profunda del jardín, pues…Cenicienta de alma. Como resultado, me encontré con 13 bolsas de botellas y latas, las cuales las llevé, con Elysse, a los contenedores de reciclaje. Lo mismo hice con nuestros contenedores ya que quería separar los residuos y me encontré con más botellas y latas, entre otras cosas.
Jugar a la Cenicienta me pareció tan divertido que lo compartí por mi cuenta en Instagram @creciviajando. ¿Quien lo vio? Mi ex housemate, quien estaba avergonzada de que haya encontrado todas esas botellas y latas. Yo le dije que para mí era como ir a Disneyland, ese día me divertí limpiando el jardín. Digamos que fue como una limpieza de primavera. Aun así, cuando hablamos del tema, me confesó que pronto me llegaría un paquete con un regalo.
Ese regalo era una manera de expresar que estaba contenta de habernos conocido y convivido. Ella, su pareja y su primo, quienes eran las 3 personas con las que conviví por un par de meses, me dijeron que había sido su mejor housemate! También me había confesado que le había caído tan bien desde el primer momento que estuvo esperando durante una semana para que acepte mudarme con ellos. En ese momento me costó creer lo que escuchaba pero como diría una amiga: fue como un mimo al alma. Ese mimo tiene forma de Claddagh.
El símbolo de Claddagh es una tradición irlandesa, se relaciona con el amor y la amistad. De hecho, el símbolo se compone de: el corazón (representando el amor), dos manos que lo sujetan (representando la amistad) y una corona arriba de él (representando la lealtad). Se usa como anillo de compromiso o de matrimonio pero también como símbolo de amistad.
El día que me lo contó creo que estaba tan emoción porque representaba una tradición irlandesa que no me di cuenta de lo que representaba el regalo en sí. Así que cuando lo recibí, tuve que googlear el significado nuevamente. Pero más allá de lo que representa, para mí es un recuerdo de todo lo vivido en Irlanda y lo llevo puesto todos los días.
Crecí Viajando empieza a crecer
Durante mis semanas de “planera europea” pude dedicarme a este espacio y dar el paso de ofrecer servicios como asesorías personalizadas, ya sea para las Visas Working Holiday como para la declaración de impuestos de Suecia.
Algo que se me ocurrió durante la pandemia como un regalo para mis seguidores para festejar el primer año de Crecí Viajando, se transformó en un servicio! Si querés que te asesore para tu próxima Visa Working Holiday, hacé click aquí.
Ofrecer asesorías personalizadas me permitió conocer las historias de mis seguidores y disfrutar de poder asistirlos desde la experiencia y los conocimientos que adquirí, hasta ese momento, en los últimos 5 años siendo nómada en Europa. Cuando empecé a compartir mi experiencia en este espacio, jamás creí que podría llegar a brindar servicios de este estilo y lo mejor de todo, de disfrutarlo!
¡Había un gran factor que hacía esto posible: la amplia disponibilidad! Había estado por semanas dedicándome exclusivamente a Crecí Viajando, ya sea haciendo capacitaciones, creando contenido, respondiendo preguntas, brindando asesorías! En un momento, llegué a sentirme una nómada digital. Pero todo lo bueno termina (temporalmente) y llegó el día en que se levantaron las restricciones para la hostelería en Irlanda y volví a trabajar.
Volver a trabajar
Luego de varias semanas sin trabajar (aunque debería haber trabajado al menos una vez cada 2 semanas), volví a la labor hotelera.
Cuando empezaron las restricciones nos dijeron que trabajaríamos cada dos semanas y recibiríamos un subsidio además del pago por las horas trabajadas. Esto, si mal no recuerdo era porque cada 2 semanas había modificaciones en las restricciones en Irlanda. Aún así, pasé de no tener horarios a desaparecer de la planilla de horarios. Me habían echado? ¿Se había terminado mi contrato y no me había dado cuenta? Pero…fuese como fuese, aún recibía el subsidio del gobierno (el cual no podría acceder si no tenía un contrato de trabajo). Algo raro pasaba. Si bien disfruté de varias semanas como “planera europea”, confieso que la situación me intrigaba. Hasta que “magicamente” volví a trabajar y desvelé el misterio!
Cuando me renovaron el contrato, me ofrecieron trabajar en servicio a la habitación ya que era la única opción por el cierre de los restaurantes debido al nuevo confinamiento. Pero al momento de asignar los horarios, me confundieron con una española que había vuelto a España por unas semanas. Entonces, me sacaron de la planilla de horarios que estaba en un Excel. Como al armar los horarios copiaban la planilla de la semana anterior, jamás se dieron cuenta de que no tenía horarios. Y así fue como un simple error me permitió estar sin trabajar y cobrar el subsidio por más de 3 meses!
Admito que extrañaba trabajar o mejor dicho, estar en contacto con gente. Aunque, con el paso del tiempo empecé a sentir que estaba mucho mejor como “planera europea”. Bueno, ¿quién no?
Debido a que me habían pasado al servicio a la habitación durante el confinamiento, pedí volver al restaurante, ya que ahí podía aprovechar para practicar mis conocimientos como barista.
Afortunadamente, fue muy sencillo volver aunque el puesto de barista estaba ocupado, las cosas se fueron acomodando a mi favor.
La barista principal pidió cambiar de puesto, su reemplazo renunció y así es como me quedé con el puesto. Pero mi jefe tenía sus dudas y me preguntó cómo hacía los cafés. Le contesté: Sinceramente, todos son Flat White! Pero le dije que quería mejorar como barista. (¿Qué mejor que preparar un promedio de 200 cafés por día?!) Muchos de mis compañeros aspiraban a tener una carrera, incluso algunas de mis compañeras eran estudiantes de hostelería. Yo sólo quería ser barista. Con el transcurso de las semanas, aprendí un montón! La mayor excusa era prepararle café a mis compas cuando llegaban al trabajo. Cada vez que empezaban su turno les daba a elegir de un cartel con los distintos tipos de cafés que existen. Así me la pasé el verano, haciendo café todos los días! Yo estaba encantada con mi nuevo hobby.
Había pasado mucho tiempo desde que el cuerpo no me pasaba factura por el (¿exceso?) trabajo físico. La última vez había sido trabajando en los Alpes en Francia. Cada vez que volvía a casa, me dolían los pies y las piernas. Si bien tenía que usar calzado con tacos (a duras penas duré una semana), mis compañeras me recomendaron usar calzado plano. Pero en donde trabajaba no se permitía usar zapatillas. Por lo tanto, por primera vez usaba chatitas para trabajar. Para mí, más allá del cansancio por estar parada tanto tiempo, el calzado fue un gran factor.
Más allá del cansancio físico, no quería repetir lo que me había pasado en Dinamarca, trabajar sin descanso y no hacer lo que había planeado: viajar!
Quería viajar pero después de la pandemia realmente no confíaba en la “reapertura” de Europa, entonces decidí viajar por Irlanda, ya que también tenía ganas de recorrer varios lugares de la isla Esmeralda! ¿Qué mejor que hacerlo mientras estoy viviendo en Dublín!?
Primera parada: Waterford
Al pensar en destinos para visitar, quise ir a algún lugar donde pueda recorrer en bici. La mejor opción que encontré fue Waterford Greenway, un recorrido de 46 kms al sudeste de Irlanda. Así que pedí el fin de semana libre en el trabajo y me fui con Elyse para Waterford.
Como planifiqué el viaje casi a último momento y aún no estaba segura de volver a hospedarme en un hostel como solía hacer previo a la pandemia. Decidí reservar un Airbnb cerca de Waterford, a unos pocos kilómetros cruzando el río. Era cuestión de tomar un bus hasta Waterford y luego cruzar en ferry hasta mi destino. Easy peasy! Pues no!
Al llegar a Waterford me tomé un bus hasta el Passage East. Al llegar al puerto había un cartel diciendo que ese día no habría ferries. Las cosas no habían empezado como había pensado, pues…la vida misma! Llamé a mi anfitriona comentando lo sucedido. Estaba a menos de 2 kms de mi alojamiento pero tenía que nadar para llegar ahí ya que no había buses para poder cruzar. Por suerte, ella se ofreció (la verdad creo que no había otra opción) pasarme a buscar.
Comenzando un poco con el pie izquierdo, he de decir que el Airbnb era muy lindo y a pesar de ser temporada alta, no compartí mi habitación ni el baño. Al día siguiente, desayuné y mi anfitriona se ofreció llevarme hasta el punto de partida del circuito en bici en Waterford.
Decidí madrugar para comenzar bien temprano el recorrido para disfrutar más y parar las veces que quisiese. No me arrepentí en ningún momento de haber madrugado, valió la pena! Todo el recorrido está rodeado de árboles y pasajes que te dan la sensación de estar dentro de una pintura! Llegar a la costa de Dungarvan fue lo más gratificante del día!
Al día siguiente, quise que mis seguidores me acompañen de alguna manera en este mini viaje. Así que fue la primera vez que hice un vivo desde mi cuenta de Instagram @creciviajando fuera de Dublín.
Después de este viaje quise subir la apuesta y me propuse recorrer pedaleando la costa irlandesa.
Cruzar a Irlanda del Norte desde Irlanda
Hablando con mis housemates, me comentaron que a pesar del Brexit, se puede cruzar de Irlanda a Irlanda del Norte como si nada ya que provisoriamente no hay control fronterizo. Me dio curiosidad y quise vivir la experiencia.
Así que me tomé un bus a Belfast, llevándome conmigo a Elyse. Mi plan era cumplir uno de mis sueños desde 2017: viajar en bici!
En el 2017, recorrí Italia de norte a sur durante 2 meses. Estando en Lago di Garda alquilé una bici para pasear por la costa. Pedaleé durante todo el día unos 70 kms entre ida y vuelta, desde Peschiera del Garda hasta Desenzano del Garda. Me encantó tanto la experiencia que me imaginé en algún momento hacer un viaje por Europa en bici.
Cumplir el sueño de viajar en bici
Después de 4 años el momento se había dado. Llegué a Belfast y el simple hecho de bajar del bus, agarrar a Elyse y pedalear al hostel, llegando a las 10 minutos, fue un placer. Esa sensación de aventura pero al mismo tiempo de cotidianidad, sentirse en casa, aunque no estés en casa. Para mi, la bici es como una extensión de mi cuerpo porque me ayuda a llegar a donde mis piernas por si solas no pueden. Pero el mayor desafío llegó al día siguiente, cuando el verdadero viaje en bici empezaría…
Tomé un tren hasta Ballymena, el punto más cercano que podía encontrar para mi primer destino de la ruta costera de Giant’s Causeway. Según Google maps, en un poco más de 1 hora y media recorrería 30 kms y llegaría al B&B que me permitiría descansar después de viajar todo el día. Ja! Ingenua! Después de todas las veces que Google Maps me vendió manzanas podridas ¿Por qué creerle? Porque una se olvida de las veces que se perdió siguiendo las instrucciones de Google. En fin…
Después de más de 3 horas de pedalear, tratando de memorizar la ruta porque la batería del celular se iba agotando a una velocidad alarmante, llegué aliviada pero totalmente agotada a un B&B en Glenariff! Durante todo el trayecto, me cuestioné la decisión que había tomado. ¿Sobreviviría los próximos días viajando en bici? Suena muy dramático pero… en ese momento mi idea romántica de viajar en bici no era más que un error y aún el verdadero recorrido no había empezado!
No entendía como había sido tan ingenua de creer que era posible pedalear con una mochila de unos sospechosos 10 kilos. ¿En que momento mi cabeza se olvidó de las pendientes super empinadas que caracterizan a Irlanda?! La sufrí y mucho! Pero… esas colinas (aunque las sentí como montañas) me regalaron las mejores vistas de la costa! ¡No podía creer lo que mis ojos veían! Ese día entendí porque Irlanda es considerada la isla Esmeralda! Esos verdes…ese verde pasto que te hace olvidar las auto-puteadas del camino. A pesar del cansancio por cada kilómetro recorrido pude apreciar cada oveja pintada que me cruzaba, cada mate, cada parada, como si me hubieran inyectado adrenalina!

El paisaje hizo que los inconvenientes en el viaje parezcan más chiquitos y volvía a sentirme viva de nuevo! Más cuando me animé a pedalear en la niebla, bajo la lluvia y en plena ruta con camiones que pasaban tan rápido que Elyse se desbalanceaba!
Mi mini aventura duró sólo 4 días, donde pedaleé unos, a veces sufridos, 80 kms (según Google Maps – no sabemos si creerle) pero, al mismo tiempo, había hecho el viaje que tanto quise hacer desde hace 4 años! Aunque había estado envuelta con los sentimientos encontrados. En fin… La vida misma!
En este viaje aprendí que si quería volver a recorrer la costa irlandesa en bici, lo haría en bici eléctrica.
Esmeralda, la hermana de Tenazas
Ya había cumplido el sueño de viajar en bici. Pero en Irlanda también cumplí el sueño de tener una pequeña huerta o un intento de huerta.
En Suecia había sido la primera vez que intenté tener una huerta. Me gustó tanto tener mis propias plantas que llegué a encariñarme con la albahaca que no paraba de crecer, Tenazas. Así que decidí que cuando me quedé en un lugar fijo por un par de meses, volvería a tener mi pequeña huerta.
Hablando con mi housemate sobre tener una huerta en nuestro jardín. Me dio luz verde para usarlo para plantar lo que quisiera!
Así que aproveché que en marzo los supermercados venden una gran variedad de semillas y plantas. Así es como Esmeralda, una albahaca, llegó a casa.
Pasaron los días, las semanas y los meses y Esmeralda no paraba de crecer! Cuando le salieron flores, me dijeron que eso era señal de que se estaba por morir. Ya me había encariñado con la planta que sólo le sacaba las hojas más grandes para decorar pizzas caseras. Lejos de morirse, Esmeralda seguía creciendo a pasos agigantados, a tal punto de superar el metro de altura!

Mi tiempo en Irlanda se estaba agotando así que les pedí a mis housemates que cuando me fuera de la casa, que por favor la cuiden. Dijeron que harían el intento pero que no prometían nada.
Acoso, abuso y discriminación en uno de los mejores hoteles en Irlanda
Creí que trabajar en uno de los más lujosos hoteles en Irlanda sería una muy buena experiencia laboral pero lejos estuvo de ser así. Si bien adquirí mucho conocimiento en el rubro hotelero y tuve ciertos beneficios como empleada, dejó mucho que desear en cuanto a como se han manejado sobre las denuncias que hice debido al abuso, acoso y discriminación por parte de pares y superiores. Una sabe que las empresas suelen declarar que no toleran ni permiten comportamientos racistas ni discriminatorios por el motivo que sea. Aun así, mi experiencia fue muy distinta.
Mientras viví en Dinamarca, Francia, Alemania y Suecia, gracias a las Visas Working Holiday, tuve situaciones de acoso laboral o discriminación. Aun así, era la primera vez que era victima de abuso, acoso y discriminación en un mismo lugar de trabajo.
Me enorgullece haber tenido la valentía de denunciar cada situación, aunque las consecuencias no fueron las que se esperan. Recuerdo incluso hablarlo con amigas en ese momento y confesarles que no creía que se hiciese nada para cambiar la situación pero eso no me detendría para expresar lo que me estaba pasando.
Desgraciadamente, a los pocos días de empezar a trabajar tuve mi primer caso de acoso laboral por parte de una de mis compañeras. La situación se me hizo tan insoportable que terminé llorando. Mis superiores me dijeron que fuese a tomar algo para poder calmarme y tendrían una reunión con ella. Como resultado de esa reunión, la persona en cuestión se disculpó. Pero fueron de esas disculpas que no se sienten, solo se dicen para salir del paso. Irónicamente, al poco tiempo, esa persona fue ascendida a supervisora. Y como si fuese poco, a mí me transfirieron al mismo departamento de ella. En cuanto pude, pedí volver al restaurante ya que no quería ni imaginar lo que podría llegar a ser mis días teniendo como mi supervisora a alguien que me acosó laboralmente.
A las pocas semanas, uno de mis compañeros empezó a insinuarse pero le dejé en claro que no tenía ningún interés en él. Nunca más me habló, lo cual agradecí ya que la situación me incomodaba. Lo que no pude comprender fue lo que pasó a los pocos días de volver a trabajar en la reapertura de la actividad hotelera.
Un día, esta persona tiró una bandeja de casi un metro (si, existen!) con vajilla, vasos y copas de vidrios en mi sector de trabajo. Cuando se lo comenté a mi superior, él no dijo nada y simplemente levantó la vajilla rota. Me pareció que era necesario reportar este tipo de comportamiento violento y hablé con Recursos Humanos sobre este asunto. Como resultado, tuvieron una reunión con él y le dijeron que debía disculparse por lo que había hecho. Hasta mi último día de trabajo jamás recibí disculpas sobre lo sucedido.
Durante el mismo periodo, fui víctima de racismo por parte de uno de mis compañeros y una de mis supervisoras. Aunque casi todo el personal fue testigo de estas situaciones, todos normalizaron la situación. Si bien hubo una reunión con mi supervisora pero no sucedió lo mismo con mi compañero. Aunque los comentarios sobre mi país de origen cesaron, no fue así con respecto a mi color de piel.
Señor, acepte mi renuncia y déjeme ir!
Teniendo en cuenta todas estas situaciones, no veía la hora de simplemente renunciar y dedicarme a viajar el tiempo que me quedaba en Irlanda! Pero incluso pedirme vacaciones y renunciar fue complicado.
Mientras trabajé en uno de los más lujosos hoteles en Irlanda, fue complicado combinar días libres para hacer mini viajes por el país. Pero había decidido que mis últimas semanas en Irlanda en vez de trabajar, viajaría todo lo que no había podido.
Había planificado todo: mis vacaciones, mi renuncia y el recorrido que haría para despedirme de Irlanda. Pero todo casi se va por la borda cuando mi superior se negó a aprobarme mis vacaciones. Pero logré hablar con su jefe, que siempre le había caído muy bien, y me las aprobaron. Pero lo que jamás creí es que no aceptasen mi renuncia!
Para mí, siempre había estado más que claro que no le agradaba a mi jefe. La manera en la que me había tratado durante mi tiempo trabajando bajo su supervisión me hicieron creer que estaría contento al recibir mi renuncia pero no, me demostró que no me la haría fácil.
Lo que más me sorprendió, fue que trató de convencerme de quedarme en el hotel con una visa de trabajo! Confieso que me sentí un poco halagada pero sabía que no quería quedarme trabajando ahí. Además que en ese momento, no había posibilidades de quedarse en Irlanda con una visa de trabajo siendo una simple barista/camarera.
Afortunadamente, pude nuevamente solucionar este inconveniente con el jefe de mi jefe. Le expliqué mi situación: había hecho todo en los tiempos estipulados para renunciar y lo más importante, mi Visa Working Holiday estaba llegando a su fin. Al igual que mi jefe directo, trató de convencerme en aplicar a una visa de trabajo para quedarme trabajando en el hotel. Pero le expliqué que no era posible. Así que aceptó mi renuncia y finalmente pude relajarme para poder preparar mi viaje despedida por Irlanda!
Puse un pie en el tren y todo dió un giro de 180 grados!
Por meses iba al trabajo bicicleteando durante la madrugada. Pasaba por las calles sucias de Portobello, con las gaviotas tratando de comer los restos de comida derramados por doquier. Pero para mi último día de trabajo hubo una gran diferencia: Elyse se quedaría en casa. Ese día pensaba ir al trabajo con mi mochila de mochilera. En cuanto saliese del trabajo, me iría directo a tomar el tren a Sligo! Y así darle comienzo a mis últimos días en Irlanda o eso creía…
Mientras subía al tren, escuché el audio de una amiga que me decía: “Cinthia, supongo que te vas a quedar un tiempo más en Irlanda porque el gobierno anoche acaba de extender todas las visas hasta el año que viene.” QUE?? CÓMO?? CUÁNDO?? DÓNDE??
La noche anterior apenas usé mi celular. Me la pasé convirtiendo a Esmeralda en pesto. Dejando mis plantas en la cocina de mi casa con la mayor cantidad de agua posible (en la base, sino las ahogo) por sí mis housemates se olvidaban de regarlas. Les separé toda la comida que me sobraba y acto seguido, disfrutamos de mi última noche en casa. Ya había dejado todo separado y empacado. Lo que menos se me ocurrió fue revisar la página del gobierno irlandés. Ya lo había hecho cuando estaba luchando para que me acepten la renuncia en mi trabajo.
Reconozco que la noticia me desestabilizó y mucho! Todo el tramo en tren entre Dublín y Sligo, me la pasé leyendo una y otra vez la noticia porque no podía creer que fuese cierto!
Y ahora, ¿qué hago? En las últimas semanas estaba buscando trabajo en Svalbard, mi próximo destino. Y ahora estaba por empezar mis vacaciones pero con esta nueva oportunidad ¿qué debía hacer?
¿Vacaciones o viaje de despedida?
Antes de decidir que hacer respecto a la posibilidad de quedarme en Irlanda, me permití pensar por unos días sobre la situación mientras disfrutaba de mi primer destino: Strandhill, capital del surf en Irlanda!
Elegí ir a Strandhill ya que en ese momento dos amigos vivían ahí. Les había prometido ir a verlos antes de irme de Irlanda. Ambos son instructores de surf, así que gracias a uno de ellos, surfeé por primera vez! Para ser sincera, tenía mucho miedo, incluso, del simple hecho de intentarlo. Pero cuando me animé, me encantó!
Aunque en el único momento que realmente me asusté fue cuando la tabla se quedó arriba de mi cabeza. Creí que me moriría ahogada! Aunque, si hubiese muerto ahí, sabría que al menos los últimos años había hecho todo lo que pude para vivir como tanto soñaba, viajando!
Cada vez que tengo una experiencia cerca de la muerte, miro para atrás y reconozco que he tenido una muy buena vida en los últimos años. Aunque a veces he vivido momentos desagradables, estos me convirtieron en una persona mucho más fuerte en comparación a cuando empecé esta vida de nómada. Pero bueno… no era mi hora! Aunque me había asustado, seguí intentándolo un par de veces más hasta que me dije “es suficiente por hoy”.

A los pocos días me fui a Galway, fue ahí donde llegué a la conclusión de que buscaría trabajo tanto en Svalbard como en Irlanda. En donde primero consiguiera trabajo, iría hacía ahí con todas mis pertenencias.
Por lo tanto, lo que sería un viaje de despedida de Irlanda se convirtió en un viaje de placer combinado con entrevistas laborales.
Llegó el momento de las islas Aran, o mejor dicho de Inishmore, la más grande de sus islas. Inishmore apenas tiene 14 kms de largo y casi 4 kms de ancho. Incluso podes ver ambas costas o toda la isla desde una de las colinas más altas!

Aun con entrevistas laborales, ya sea por teléfono o por videollamada, seguía también planificando mi viaje por la ruta costera del Atlántico en Irlanda.
Llegué a Doolin y de ahí me fui caminando a los acantilados de Moher. Confieso que el recorrido fue mucho más interesante que los acantilados en sí mismos. Aunque no dejan de ser una belleza, durante mi caminata, no paraba de sorprenderme la fuerza de las olas y como golpeaban violentamente contra las rocas. Fue un espectáculo único! También entendí porque esta ruta es tan temida pero al mismo tiempo fascinante!

Después llegó el momento de Killarney. Oh, por el amor de Jebus! Que bella es Killarney! Me recordó a Bariloche, Argentina. ¡Tanto verde en forma de árboles y montañas! ¡Todo el verde que rodeaba el lago! Y lo más increíble de todo: Killarney está dentro de un Parque Nacional! Con estas características, Killarney se convirtió en mi ciudad favorita en Irlanda.
Teniendo en cuenta, que aún había posibilidades de quedarme en Irlanda. Consideré mudarme a esta ciudad ya que me encantó desde el primer momento.
Esos días recorrí parte del Anillo de Kerry en bici… pero esta vez era eléctrica. Durante 3 días estuve pedaleando por montañas, la costa, pequeñas ciudades y puertos. Nuevamente sentía que estaba dentro de una pintura!

Como me gustó la idea de seguir recorriendo Irlanda en bici, cuando llegué a Dingle quise hacer lo mismo pero había malas noticias. El viento era tan fuerte que la empresa que había contactado para alquilar una bici me dijo que no lo haría debido a que era peligroso circular ya que la ruta estaba al borde del precipicio de la península. No quedó otra que cambiar de planes.
Afortunadamente, al día siguiente el viento se calmó y además, salió el sol! Esto lo tomé como una señal! Disfrutaría de mi último día de mi viaje por Irlanda. Por eso, alquilé una bici eléctrica y pedaleé la península desde Dingle hasta Clogher.
Al llegar a Dunmore, me emocioné tanto que no pude evitar llorar. Después de todas las que había pasado hasta ese momento, estaba en un lugar único, bello por donde se lo mire. En ese momento entendí que mi paso por Irlanda había sido, en balance, una gran experiencia de vida!
Pero había llegado el momento de tomar una decisión. ¿Me quedo o me voy de Irlanda? Las señales habían sido muy obvias…
En las últimas dos semanas tuve incontables entrevistas laborales, donde solo una había sido para un puesto en Svalbard, el cual no me había convencido. Por otro lado, por el simple hecho de haber trabajado en uno de los mejores hoteles en Irlanda, se me había abierto un abanico de posibilidades.
Ya lo tenía decidido. Volvería a casa.
¡Espero que este artículo te haya sido de referencia para tu estadía en Irlanda!
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